miércoles, 11 de septiembre de 2013

TODOS SOMOS VULNERABLES. AMERICA(NO) DEL SUD


TODOS SOMOS VULNERABLES. AMERICA(NO) DEL SUD
                                                   


Por  Florencia Silva

“Esto empezó cuando con Rafa Iglesia soñábamos con hacer un premio latinoamericano para europeos”, decía Solano Benítez en Tucumán, en el primer conversatorio de America(no) del Sud. El espíritu del giro por tres ciudades del interior de la Argentina quedaba muy claro. Son conversatorios, no son conferencias, aclaraban. “Vamos a conversar, vamos a decidir entre todos, nosotros y ustedes, cuáles son los temas sobre los cuáles la disciplina debe trabajar y vamos a juntar dinero para encargarle a alguien el trabajo”. Y ese alguien será nada menos que Rafael Iglesia.

Cuando supe de esto, que venían a La Plata los seis arquitectos que más me gustan, todos juntos, casi me desvanezco. Porque cuando digo me gusta, en arquitectura, lo digo en un sentido amplio. Nada tiene que ver esto con cuestiones estéticas, hablo de maneras de producir arquitectura, de que la obra tenga sentido, del lugar que debe dársele a los materiales y a la técnica, de pensar cuidadosamente. Enseguida les escribí a Ricardo (Sargiotti) y a Jose María (Sáez), un poco para confirmar si era cierto, otro poco para tener más información. Jose María me escribió diciendo que sí, que estarían por acá, y que uno de los motivos más importantes de este giro era ayudar a Rafael.
Pasaron los días y no pude saber mucho más. Contacté a mis amigos del posgrado en dónde había conocido a Ricardo, a José María y a Solano., quería compartir mi emoción.

La semana anterior hablé con mi hermano para ver si podía hacer una nota sobre esto en la radio, la difusión de algo así me pareció fundamental. Intenté explicarle el trabajo de estos arquitectos. Noté que no me alcanzaban las palabras, no sé cuántos links le mandé para hacerme entender, quería que captara lo esencial y creo que lo logré.
Ese mismo día llamé a Ricardo, que me atendió con la calidez de siempre y me contó muy emocionado que Rafael había dicho anoche en Córdoba, frente a más de 1000 personas, que sentía que por fin había vuelto. En ese preciso momento tomé verdadera dimensión de lo que iba a ser America(no) del Sud.
Ricardo también dijo que Angelo (Bucci), Solano (Benítez) y Jose María (Sáez Vaquero) vendrían a la FAU al otro día, para explicarle a todos de qué se trataba el evento y a pedirles que fueran.
Estuve atenta toda la mañana, y casi al final de la teórica de un arquitecto invitado, vi entrar por la puerta del aula en la que cada lunes y jueves voy a dar clase, a Solano, a José María y a Angelo. Salté de la silla, corriendo, a abrazar a Jose María. Una alegría y una emoción enormes. Al mismo tiempo, parecía que en lugar de habernos visto un año atrás lo habíamos hecho el día anterior. Son así de cercanos. Tenía que ir a trabajar pero terminé quedándome con ellos y los acompañé taller por taller invitando a la gente a venir. No podía no quedarme. Terminé el día agotada, pero feliz de compartir su entusiasmo a pesar del cansancio, feliz de poder contribuir en algo, aunque sea muy chiquito. Feliz de compartir un día con ellos, de conocer a Silvana, a Rodri y a Nico.
Llegó el viernes, fui a buscar a mi amiga Lizzie a la terminal y nos fuimos para el Pasaje Dardo Rocha. Entramos y Rodrigo sacó una credencial de Staff y me la puso. Sentí que había ganado algo: me sentía parte y otro me lo estaba confirmando. Lo encontramos a Ricardo, recién caído del catre, literalmente: acababa de despertarse de una siesta que durmió tirado en un sofá de por ahí (más tarde vi la foto de Lore). Estaba dormido, contento de vernos, y un poco apurado por cargar en la compu su presentación que acababa de terminar.
Llegó mucha gente pese a de todas las trabas (parece mentira pero las hubo). Pocos pudieron resistirse a esa convocatoria mano a mano y de a poco se fue llenando la nave central del Pasaje. Nos sentamos en segunda fila, ubicación privilegiada.
Empezó el gran Angelo cuestionando las obras faraónicas que se están haciendo en  Brasil para el próximo mundial. Cuestionando los programas, empezó a describir uno programa aparentemente insignificante como puede ser un quincho y mostró el de Rafael Iglesia. Cómo el tomarse en serio un encargo de una escala tan chica puede producir una obra excepcional y a su vez ser el punto de partida de los pabellones del parque Independencia que en definitiva ahí pueden encontrar su origen. Nos quedamos con un montón de preguntas otra vez: Son todos los temas igual de relevantes en arquitectura? Cuál sería el criterio para jerarquizar un tema en pos de otro? Podríamos definir los temas esenciales y los superfluos en arquitectura? Cuáles son los temas de nuestra época?
Ricardo nos plantó el tema de la controvertida sustentabilidad. Quienes nos dictan las normas sobre cómo debemos construir son quienes más recursos utilizan: “Puta, hay que pensarlo” nos ilustra con una foto de un graffitti callejero. La desaparición del formato papel o el reemplazo compras físicas en el super por compras virtuales provocan cambios forzosos. Nuestra época  está dejando obsoletos a algunos soportes espaciales. Se plantean nuevos riesgos y desafíos. Los esfuerzos tecnológicos puestos en el Guggenheim de Bilbao o en el estadio de Herzog & DeMeuron (el Nido) en China, tienen sentido alguno? Estamos poniendo la atención dónde hay que ponerla?
José María irrumpe hablándonos acerca de cómo el hombre interpretó la gravedad a lo largo del tiempo. Se detiene sobre arquetipos establecidos, sus orígenes y su puesta en crisis a través del arte (la piedra y la lechuga de Giovanni Anselmo) y luego retomados en la arquitectura de Angelo Bucci, de Ricardo Sargiotti o de Rafael Iglesia. La grandeza de este hombre quedó clara cuando arriba del escenario cuestionó su propia obra, la casa Los Algarrobos, y se preguntó si tanto esfuerzo tecnológico era necesario teniendo en cuenta que el programa era el de una vivienda para una pareja.

Recordar el orden de las exposiciones me costó mucho (de hecho todavía no puedo decir cuál fue) y supongo que es porque en mi cabeza se entrelazan los múltiples discursos en uno solo.

Por último, lo que realmente me estremeció fue el amor de Solano. El amor con el que cedió su lugar de expositor para generar LA CONVERSACIÓN de la noche. En un principio los temas iban fluyendo entre él y Rafael, y de a poco, todos se fueron ubicando alrededor como si estuvieran en el living de la casa de cualquier amigo.
"Me siento una obra de arquitectura porque en este momento me hacen mis amigos" confiesa Rafael en un momento. Será por palabras como estas que America(no) del Sud fue tan distinto a cualquier evento de arquitectura, puso a la arquitectura detrás de las personas. Personas reales que hacen arquitectura real. Personas comprometidas consigo mismas y con el resto, que producen una arquitectura en consecuencia. “Uno hace lo que es” asegura Rafael y creo que no se equivoca. La riqueza de America(no) del Sud radica en el diálogo, entendido en el sentido en el que lo plantea Alejandro (Aravena):“Por diálogo entiendo cuando uno con la mayor honestidad y vulnerabilidad es capaz de exponer aquello en lo que está, con todas las incertezas que eso implica”. Y estos diálogos implican hasta el momento por el que está pasando Rafael y muy lejos de los golpes bajos, esta situación personal se incluye como cualquier otra. Porque además de arquitectos son amigos, son amigos que mientras conversan entre ellos construyen, son amigos que conversan con nosotros de la misma manera que lo hacen entre ellos, nos participan y nos incluyen en este Giro America(no) del Sud, que en definitiva es una construcción surgida de una conversación.
En esta cruzada solidaria es difícil distinguir entre quién ayuda y quién es ayudado. Porque si bien en un principio se trató de ayudar a Rafael, la construcción de America(no) del Sud abarca algo mucho más grande y que nos incluye a todos. No se trata a la arquitectura como una entelequia, se la enfoca como construcción de las personas, se la entiende como indisoluble de las personas que la producen y de sus vidas. Producimos lo que somos y cuando producimos damos y recibimos.
Después de los aplausos, los abrazos y el afecto, me voy teniendo la certeza de que se puede, que la adversidad también es una cuestión de escala y que mañana siempre es mejor.

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